La vida está llena de situaciones, vicisitudes, Nuevos retos, desafíos, logros e intentos fallidos.
De alguna manera nos hacemos parte de todo eso y sin darnos cuenta nos sometemos a su juego. Algunos pretendemos aparentar que conocemos de qué se trata y nos atrevemos a retarla, nos lanzamos a ser diferentes, a no aceptar sus imposiciones y querer moldear nuestro propio destino. Entonces provocamos su ira.
Nos ataca con tal contundencia que de momento no tienes espacio siquiera para pensar, para reponerte. Utiliza las circunstancias, el trabajo, las personas que más quieres inclusive, para descargar su despiadado ataque. Es inclemente, no se detiene ante nada.
La vida sigue su curso arrollador y sabe que hay almas a las que tendrá que volver a azotar, porque su convicción y su determinación los hará volver a desafiarla, y lo harán constantemente. La vida siempre tiene más. Pero las almas más osadas aún en el fondo de su desesperación ante los fieros ataques entonces piensan, - “sé lo que pretendes, no quieres dejarme otra alternativa más que la de renunciar”.
Eso para algunas almas, para mí en particular, resulta ser más duro y doloroso que los propios ataques de la vida. El renunciar no lo asimilo fácilmente como una opción, aunque debo reconocer que si he llegado a pensar que algún día ya no podre resistir más. Tengo mucho miedo que ese día llegue, pero algo me dice que llegara.
Entonces seré uno más. De esos que vienen y van todos los días, dibujando la misma ruta, aferrado a la “seguridad”. Me veré refugiado en posibilidades que ya fueron, en amenas conversaciones de cómo fueron las cosas, vanagloriándome de lo que un día casi logro, y lo peor sin un legado que dejar a mis hijos, a mi comunidad, al mundo.
Faustino Aquino
viernes, 19 de junio de 2009
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